VOTO PARTICULAR DE JOSEP BORONAT GISBERT, EXPLICACIÓN DEL VOTO NEGATIVO AL DICTAMEN SOBRE LA LENGUA DEL CONSEJO VALENCIANO DE CULTURA A LAS CORTES VALENCIANAS, DE 4 DE JULIO DE 1.998.


       En mis actuaciones trato de buscar la verdad, la justicia y la paz, por este orden. Primero "la verdad", eliminando engaños, aceptando después "lo justo", que no se puede confundir con lo ilegal; creo que solamente desde estas dos premisas se puede llegar a "la paz". No se puede tener como punto de mira la paz si no se basa en la verdad y en la justicia.

       Las Cortes Valencianas (17-9-97) solicitaron al C.V.C. un dictamen, no un pacto, sobre las "cuestiones lingüísticas", en función de la iniciativa presentada por el Presidente de la Generalitat en el debate de Política General desde dos principios incuestionables: "nuestra propia lengua lleve nuestro propio nombre", y "autoridad lingüística propia"; que se escamotean en la presentación de la solicitud de las Cortes.

       En el Pleno del C.V.C. de 8-10-97 se presentó la resolución de las Cortes Valencianas.

       Desde ese momento asistí a un proceso que comenzó por la redacción de una convocatoria de entidades, carta y anexos en catalán, dando el mismo tratamiento a la Real Academia de Cultura Valenciana (que en otras Autonomías ostentaría la máxima autoridad lingüística) que a todas las demás, elegidas sin haber determinado un criterio previo de selección, y priorizando a las Universidades que han demostrado muy claramente que no reconocen a la Lengua valenciana.

       Durante todas las comparecencias he escuchado muy atentamente todas las intervenciones, especialmente las de aquellas entidades que defienden la identidad valenciana y catalana, habiendo encontrado muchas aseveraciones estereotipadas, pero no me han aportado ningún argumento para que pueda cambiar mis convicciones contrarias, fruto del estudio y del contacto y la comunicación con los hablantes naturales de mi Pueblo valenciano, no contaminados.

       Cuando se trató de establecer la metodología del debate interno para el dictamen, el 24-4- 98, presenté la petición de que era necesario esclarecer que el objeto del dictamen es la Lengua del Pueblo o la catalana impuesta por inmersión, y el 4-5-98, solicité que la primera y principal de las "cuestiones lingüísticas" sobre las que ha de versar el dictamen ha de ser el conflicto lingüístico que existe entre:

  • La lengua valenciana que persiste viva en el Pueblo valenciano,
  • La lengua que se ha impuesto en el ámbito oficial, denominándola, también, valenciano por los que la practican, que el Pueblo distingue perfectamente de la suya propia.

       Este conflicto no lo ha creado el Pueblo valenciano, usuario de la Lengua valenciana, ni la Real Academia de Cultura Valenciana, ni las asociaciones y escritores que hemos visto en su normativa la concreción más exacta de su Lengua. El conflicto ha aparecido cuando se ha querido transformar la Lengua valenciana, subsumiéndola en la catalana, mediante una acción coordinada y dirigida.

       Habitualmente, mi petición se escucha sin tener ninguna repercusión a los efectos de modificar el plan de la comisión de gobierno, sin debatirla ni dar argumentos en contra. Cuantas veces he vuelto a pedir el colocar sobre la mesa esta cuestión, ha pasado lo mismo. En cambio, se aceptó la estructura del dictamen presentado por los señores Lapiedra y Sanchis-Guarner.

       Los escritos de los actos continúan transcribiéndose en catalán.

       A pesar de que el plan del dictamen y su elaboración no me satisface, digo atento activamente a su proceso.

       Finalmente los señores Calomarde y Sanchis-Guarner presentan el escrito que prácticamente se presentaría como texto de contexto, escrito en catalán, sobre el cual se presentaron multiplicidad de propuestas para que sea más explícito el reconocimiento de la catalanidad del valenciano. Hay en éste cuatro apartados:

       En el primero no aparece la denominación "lengua valenciana", y está redactado de forma que no se han de cuestionar otras denominaciones (v.gr. catalán), lo que es falso.

       En el segundo, se presentan las bases ortográficas del 32 como normas de Castellón, ejemplo de consenso, cuando las palabras del Presidente de la Castellonenca de Cultura en su comparecencia vienen a desvirtuar lo que se presentó como hecho histórico. No hubo reunión, ni acta, ni está en el archivo de la Castellonenca, habiendo sido solamente una reunión informal de unos cuantos, que posteriormente pidieron firmas. Y constituyó el intento de introducir las directrices del Instituto de Estudios Catalán.

       En el tercero se dice que el valenciano "forma parte del sistema lingüístico...". Lázaro Carreter afirma que "el termino sistema se utiliza como sinónimo de lengua". Por tanto, puede interpretarse en el sentido de que si una parte de un sistema, no es un sistema, no es una lengua. Cosa inadmisible.

       En el cuarto se propone la "creación de una entidad normativa" cargándose la que , de acuerdo con la historia y el criterio comúnmente aceptado en todas las lenguas españolas (Academia Española, Academia Galega, Academia Vasca, Institut d'Estudis Catalans), es la que se ha de reconocer como entidad normativa: la Real Academia de Cultura Valenciana.

       Puede conjeturarse que esta "creación", observando las características que se proponen, los porcentajes, la dependencia perpetua de los primeros designados, etc., es una entrega encubierta a los activos usurpadores catalanizadores, que ahora he conocido de cerca.

       Ahora, teniendo sobre la mesa todos los elementos de juicio, me niego a aceptar como Dictamen sobre las "cuestiones lingüísticas" un documento que, no estando basado en la verdad y en la justicia, no puede conducir a la paz. Quizás a la paz del cementerio, por la muerte de la Lengua valenciana.

Josep Boronat Gisbert

4-7-98




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